Miedo del avión

Dicen los estudiosos de las estadisticas que las probabilidades de tener un accidente en un avión son menos de 1 por 1000 o más, el problema es cuando uno ya hizo los 1000 vuelos.

Si uno va en un coche y pasa por un pozo, el cerebro lo acepta como algo normal y ni se preocupa. Pero si el "pozo" está en el aire, ahí la cosa cambia..

Bueno, en mi vida ya he pasado por unos cuantos sustos, como al salir desde São Paulo hacia Porto Alegre, una de las turbinas "tironeaba" más que la otra. imprimiendo al avión un movimiento de zig-zag. En otra oportunidad, atravesamos una tormenta grande yendo desde Montevideo a Buenos Aires en un pequeño avión a hélice, u otra vez que el avión, al llegar a la pista para despegar, retornó al aeropuerto por un desperfecto "técnico" y yo supuse, erróneamente, que era una bomba abordo!!!

Pero de toda la lista, los dos mayores sustos fueron estos:

El Primero fue en un viejo 707 de la compañia Panamerican haciendo el vuelo Caracas-Rio de Janeiro.

Era ya sabido por nosotros que los aviones de la VARIG esquivaban las tormentas, mientras que los pilotos de la Panam las atravesaban. Fué en un vuelo de esos que salía del Aeropuerto Internacional de Maiquetia en Caracas, a la medianoche, que levantamos vuelo, Cris embarazada de 3 meses de Luciana y yo.

Todo iba normal a bordo. Ya terminando la cena y acercándonos a Manaos, el piloto hizo el primer anuncio de que enfrentariamos tormenta en pocos minutos. Esa información, ya con la barriga llena, cayó como una bomba y apareció el anuncio de apretar los cinturones de seguridad.

Y seguimos en la negra noche volando hacia nuestro destino.

Como a los 20 minutos comenzó el baile, y fuertes sacudidas nos hacían flotar en nuestros asientos; no volábamos, sólo porque estábamos atados.

El segundo aviso llegó más o menos 15 minutos después, informando, para desgracia nuestra, que la tormenta era más grande y más peligrosa de lo que esperaban, y que todas las personas que estuviesen en los baños, volviesen inmediatamente a sus lugares.

Al avión subió a la máxima altitud posible, que era de 13.000 metros. sin oxígeno. El panorama no podía ser más tétrico; se apagaron todas las luces del avión, quedando solamente las luces rojas de emergencia.

Las sacudidas eran tan fuertes que uno tenía que agarrarse de la butaca, para que el cinturón no le machucase la barriga.

Mi mayor preocupación era por Cris, con sus 3 meses de embarazo, que estaba sentada junto a la ventanilla.

Levantar la misma y mirar hacia afuera era ¡peor! Era un festival de rayos, centellas, relámpagos y otros fenómenos meteorológicos.

Para colmo de males, al otro lado, iba sentado un norteamericano que hablaba español y dentro del nerviosismo general, para calmarse, le dio por contar chistes.

Entonces yo iba dividido, en prestarle atención a él y observar a Cris que estaba muy nerviosa.

Uno tiene conciencia que está en el medio del Amazonas, y ¡sin lugar para aterrizar, si fuese necesario!
Pasamos Manaos, el proximo aeropuerto era Brasilia, varias horas adelante. A la izquierda, el Océano Atlántico muy lejos y del otro lado los Andes; y abajo, sólo la floresta amazónica...

Yo miraba el reloj esperando que pasara el tiempo rápido. Cada cinco minutos controlaba el tiempo.

Ver las alas sacudiéndose es normal en tempestades, pero ver el cuerpo de todo el avión retorciéndose en un trabajo brutal de los metales, es realmente terrible.

La gente lloraba, leía la biblia o musitaba con rosarios en las manos.

Ahi fué que llegó el tercer anuncio y el más aterrador de todos......

-Tripulación de cabina, adoptar posición de EMERGENCIA!!!!

Las azafatas y comisarios accionaron los toboganes de las puertas para un supuesto aterrizaje, revisaron los procedimientos de emergencia, como puertas desobstruídas, oxígeno, ayudaban a los pasajeros más ancianos o niños a adoptar la clásica posición, sin zapatos, dentaduras o lentes, una almohada en la barriga, y luego se colocaron en sus asientos, con sus dobles cinturones de seguridad cruzándoles el pecho.

Fue alli donde dimos un salto descomunal en la "nada".....
quedamos algunos segundos flotando en el aire, cuando el avión comenzó a caer en zigzag... parecía una hoja en un temporal, y seguiamos cayendo....

Esa agonía se mantuvo por largos 40 segundos; pensamos realmente que había llegado nuestra hora; todo volaba dentro del avión, algunas almohadas y otras cosas pequeñas.

Yo realmente recuerdo el terror, que se materializó en un sudor frío corriendo por mi espalda.

Al final de aquella agonia, dimos otro salto más y el avión se estabilizó en su ruta, siguiendo por algunas horas más en esa situación, hasta aterrizar finalmente en el Aeropuerto Internacional de Rio de Janeiro Galeão...

No lo hice, pero tuve muchas ganas de arrodillarme y besar la pista como el Papa, y jurar " NUNCA MÁS ME SUBO A UN AVIÓN.....

Pero claro que, pasado algunos meses esa idea desaparece..
El segundo susto grande que recuerdo, fué en territorio norteamericano, más específicamente en el estado de Florida.

Hacía el vuelo Miami-Orlando-Tampa-Los Angeles. Al intentar despegar del aeropuerto de Orlando observamos que se aproximaba una rápida tormenta tropical, era como un pared negra en el horizonte.

El avión de la National se colocó en posición de despegue, como si fuese una linda tarde de verano y yo super nervioso, pensando que era imposible despegar con esa tormenta que se acercaba rápidamente.

Y asi fue, el piloto informó que la torre de control no autorizaba el despegue hasta que pasase la tormenta y que disfrutásemos de alguna bebida a borbo, cortesía de la compañia..

En aquella época y no sé si ahora han cambiado las cosas, las bebidas alcohólicas se pagaban aparte.

Bueno, pedí un Manhatan y me quedé leyendo una revista, el avión estaba bien frenado, con sus turbinas aceleradas, mientras el temporal pasaba por nosotros y sacudía el avión.

Pero fue algo rápido, que no demoró más de 5 minutos y emprendimos viaje en un cielo azul.

Yo tengo por norma no soltarme completamente el cinturón de seguridad, sólo lo dejo más flojo, sobrevino algún que otro salto, pero nada para asustarse.

Yo estaba con los audífonos estéreos escuchando música, leyendo una revista, tomando mi bebida y pensando cuán bella es la vida,...
y sentí un tremendo ruido que ultrapasó mis audifonos y al mirar por la ventanilla, lo único que ví fueron unas chispas, como si fuese un herrero cortando con una sierra una varilla de hierro.

Lo más tremendo fue el ruido, y una vez más el pavor hizo su aparición, la primera idea que pasó por mi cerebro fue que el avión se había partido al medio!!!! qué idea ...

Todo fue muy rápido; el piloto informó que habíamos sido alcanzados por un rayo, que cayó en el medio del avión, pero que no deberíamos preocuparnos pues todo estaba normal (como si todos los días me cayese un rayo en la cabeza) y que el avión estaba diseñado para soportar tal descarga.....